El Estadio Olímpico Universitario: Un Monumento al Deporte y la Cultura en el Corazón de la UNAM
En el corazón de Ciudad Universitaria, la imponente sede de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se alza el Estadio Olímpico Universitario, un recinto que trasciende su función como espacio deportivo para convertirse en un símbolo de la historia, la cultura y el espíritu de la máxima casa de estudios del país. Con su arquitectura única, su rica historia y los eventos trascendentales que ha albergado, este estadio es mucho más que una estructura de concreto y piedra; es un monumento vivo que palpita con la energía de generaciones de estudiantes, atletas y espectadores.
La construcción del Estadio Olímpico Universitario fue un proyecto ambicioso que se llevó a cabo en tiempo récord. La primera piedra se colocó el 7 de agosto de 1950, y apenas dos años después, el 20 de noviembre de 1952, el estadio fue inaugurado. El diseño fue obra de los arquitectos Augusto Pérez Palacios, Jorge Bravo y Raúl Salinas Moro, quienes supieron integrar la funcionalidad de un espacio deportivo de primer nivel con una estética que armonizara con el paisaje volcánico del Pedregal de San Ángel. La construcción involucró a más de 10,000 trabajadores, muchos de ellos laborando en turnos de 24 horas para cumplir con los plazos.
La arquitectura del estadio es notable por su sencillez y su integración con el entorno natural. Excavado en una hondonada del terreno, el estadio parece emerger directamente de la tierra. Sus amplias rampas de acceso, en lugar de escaleras, facilitan la circulación y le otorgan una sensación de apertura y fluidez. Los materiales predominantes, la piedra volcánica oscura, le confieren una solidez y una conexión con la tradición constructiva prehispánica, tal como lo concibió Carlos Lazo Barreiro, el gerente general del proyecto de Ciudad Universitaria. Se dice que el diseño del Estadio Olímpico de Roma, construido para las Olimpiadas de 1960, se inspiró en la forma del recinto universitario mexicano.
Uno de los elementos distintivos del Estadio Olímpico Universitario es el mural inconcluso de Diego Rivera, titulado “La Universidad, la Familia y el Deporte en México”. Ubicado en la fachada que da hacia la Avenida Insurgentes Sur, este mural representa la visión del artista sobre la importancia de la educación, la unidad familiar y la actividad física en el desarrollo de la nación. Aunque Rivera falleció en 1957 antes de poder completar su obra, el fragmento existente es una poderosa muestra de su talento y su compromiso con la identidad mexicana.
A lo largo de su historia, el Estadio Olímpico Universitario ha sido testigo de innumerables eventos deportivos y culturales de gran trascendencia. Fue la sede principal de los Juegos Olímpicos de México 1968, albergando las ceremonias de apertura y clausura, así como las competencias de atletismo. Enriqueta Basilio, en este mismo estadio, hizo historia al convertirse en la primera mujer en encender el pebetero olímpico. El estadio también fue una de las sedes de la Copa Mundial de Fútbol de México 1986. Además, ha albergado los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1954 y 1990, y los Juegos Panamericanos en 1955 y 1975.

Más allá de los eventos internacionales, el Estadio Olímpico Universitario ha sido la casa de importantes equipos de fútbol mexicano, incluyendo al Club Universidad Nacional (Pumas), que ha disputado en este recinto gran parte de su historia y ha celebrado aquí cuatro de sus siete títulos de liga. También fue sede de otros equipos como el América, Necaxa y Atlante durante algunas épocas.
El estadio tiene una capacidad aproximada de 62,700 a 72,000 espectadores, lo que lo convierte en uno de los estadios más grandes de México. Cuenta con una pista de atletismo de tartán, que en su momento fue pionera a nivel mundial. Además, dispone de amplias zonas de estacionamiento y múltiples accesos a través de 42 túneles.
Sin embargo, la historia del estadio también ha tenido momentos trágicos, como el incidente ocurrido en el túnel 29 durante un partido en 1985, donde una estampida causó la muerte de varias personas. Este hecho marcó profundamente la historia del recinto y generó medidas de seguridad más estrictas.
En 2007, la UNESCO reconoció al Estadio Olímpico Universitario como Patrimonio Cultural de la Humanidad, destacando su valor arquitectónico, histórico y cultural como parte integral de Ciudad Universitaria. Este reconocimiento subraya la importancia del estadio como un símbolo de la identidad universitaria y nacional.
Hoy en día, el Estadio Olímpico Universitario sigue siendo un espacio vibrante que alberga partidos de fútbol de los Pumas, eventos deportivos universitarios, conciertos y diversas actividades culturales. Su legado perdura como un testimonio del espíritu deportivo, la riqueza cultural y la grandeza de la Universidad Nacional Autónoma de México. Visitar este emblemático recinto es sumergirse en la historia viva de México y sentir el orgullo de una institución que ha dejado una huella imborrable en el país.